Adriana Bustos analiza en este proyecto aspectos vinculados al tráfico de esclavos llevado a cabo a través del océano Atlántico, entre los siglos XVI y XIX, lo que supuso el mayor movimiento migratorio forzado de la historia y que afectó, tanto cuantitativamente como cualitativamente, a tres continentes.

Este hecho fue el factor básico para el crecimiento y el desarrollo del capitalismo en Europa, basado en la plantación esclavista, como modelo económico de gran parte del continente americano.

En este trabajo vemos consideraciones relativas a la explotación, a la censura, al sometimiento, a la prohibición y a la anulación de la población negra en el continente americano.

Desde su proyecto Antropología de la Mula, iniciado en 2007, la artista revisa la producción mular como actividad de máxima prosperidad en la Córdoba del siglo XVII y su desempeño por esclavos procedentes del África subsahariana. En ese momento la raza negra suponía un sesenta por ciento de la población total de la ciudad de Córdoba en contraste con la casi inexistencia actual en el país argentino. Adriana Bustos evidencia la exclusión del “negro” del relato de nación y de su ideario identitario, por medio de mecanismos de invisibilización, favorecido por el racismo historiográfico, la preferencia constitucional por lo europeo, la manipulación de los censos y los relatos, que derivan en su no reconocimiento.

Susana González

 

El retorno de lo reprimido

Adriana Bustos

En el año 2006 comencé el proyecto “ Antropología de la Mula”, que se extendió, dado su carácter investigativo , hasta el año 2011. El proyecto comenzó a partir de un trabajo previo ( Proyecto 4 x 4 ) que intentaba documentar la presencia de caballos cartoneros en Córdoba luego de la crisis económica de 2002. La ciudad cobró cierto aspecto colonial que me remitió a la historia de ciudad como productora de ganado mular en tiempos coloniales. Desde el siglo XVI hasta bien entrado el XVIII la economía de la región dependía de la producción de mulas que luego eran transportadas hacia el Cerro Rico de Potosí, para la explotación de los metales preciosos con destino a Europa.

En el año 2006 los medios locales develan un escándalo vinculado a la línea aérea Southern Winds, que desde hacia algunos años traficaba cocaína desde Bolivia , pasando por Córdoba, con destino a España. En aquel momento entendí que las rutas coloniales se superponían a las actuales rutas del narcotráfico, dato que me llevó a investigar qué sucedía en las cárceles de las región y encontrarme con la sorprendente información de que el 70% de la población carcelaria femenina cumplía condena por delitos vinculados al narcotráfico, es decir mas de la mitad de las mujeres encarceladas eran “mulas”. Comienzo entonces el proyecto que deriva en un trabajo de campo en la Carcel de Bouwer en paralelo a la consulta de archivos sobre economía colonial.

La producción de mulas y su traslado hasta Potosí era una actividad realizada por mano de obra esclava negra, que difiere del relato oficial que sostiene era realizada por indígenas. Me sorprendió aún mas encontrar en las estadísticas de mediados del siglo XVII que las personas de raza negra suponían un 60% de la población total de la ciudad en contraste con la actual inexistente en el país. En aquel momento no pude detenerme en el tema ya que el proyecto que me ocupaba me conducía hacia otra dirección.A principios de este año comencé un proyecto al que nombré “El retorno de lo reprimido” aludiendo literalmente a aquellos contenidos negados que siempre regresarán de algún modo.

Indagar en los archivos sobre colonialismo fue asomarme a la progenie del racismo y el capitalismo. Racismo y colonialismo son inseparables pues son los pilares fundacionales del capitalismo moderno en el que uno de sus ejes es la clasificación social de la población mundial sobre la idea de raza. No es posible pensar la raza sin el ojo clasificatorio del poder colonizante que biologiza la desigualdad para justificar la dominación, la esclavitud, la servidumbre y la anulación de un otro que es “naturalmente” inferior.

A finales del siglo XIX , luego de la independencia del viejo continente, comienza en la Argentina un proceso de construcción de la identidad nacional. El proceso se forja a partir de pautas culturales, mitos de origen, símbolos patrios y héroes nacionales, que construyen un nuevo espejo europeo donde reconocerse como “ser argentino”. En una suerte de blanqueamiento de la población se promovieron políticas migratorias que estimularon la inmigración europea sumadas a la manipulación de las estadísticas poblacionales que a partir del siglo XIX eliminan la variable “raza” en sus encuestas. El censo de la ciudad de Buenos Aires del año 1778 indicaba que el 30 % de la población era negra, pero para 1887 ningún censo municipal registró información acerca de la raza. La desaparición del negro de la escena argentina es uno de los misterios mas intrigantes nuestra historia aunque el relato oficial propone distintas hipótesis que la explican. Una primera explicación bastante obvia es la declinación del tráfico esclavo luego de su abolición en 1813. Un segundo argumento sostiene la desaparición del negro como efecto de las guerras independentistas que combatieron españoles, indios, brasileños y paraguayos. Miles de soldados afro-argentinos habrían sido muertos en batalla. Una tercera hipótesis, se refiere al mestizaje. Dada la escasez de hombres como resultado de las guerras, las mujeres negras y mulatas a fin de mejorar su movilidad social, se dirigen a los hombres blancos para producir descendencia de piel mas clara.        Un cuarto argumento se refiere a las bajas tasas de natalidad y las altas tasas de mortandad resultado de las condiciones económicas que los ubicaban en un escalón social mas bajo y precario. La población negra moría en edades más tempranas que los blancos y su desaparición culmina, como un golpe de gracia, con la epidemia de fiebre amarilla de 1871.

A pesar de que estas explicaciones tradicionales son en parte ciertas, son ante todo distorsiones que tienden a oscurecer el rol que la población afro-argentina desempeñó en la historia de la nación. En sus inicios la Argentina se enuncia como un proyecto de nación blanca, europea y civilizada y para lograrlo se presentó como urgente el exterminio del indígena y el ocultamiento del negro. La invisibilización de negros intelectuales, artistas, poetas, escritores y periodistas que sumaron su legado, deriva en una lectura parcial de la historia de una franja importante de la población, que pareciera murió sin dejar logros ni realizaciones.

Lo cierto es que nuestro sistema racial clasificatorio es particular y distinto al sistema clasificatorio racial del resto de los países de América Latina. En Argentina existen las categorías “negro de piel” y “negro de alma” . El negro de piel, se refiere al fenotipo negro que se considera habita en otros países latinoamericanos como Brasil, Uruguay, Cuba, etc. Estos rasgos dejaron de ser visibles para transformarse en genotipos no visibles, por lo que la negritud no es solo una amenaza desde adentro sino que además puede ser una condición del alma. Se dice que una persona es negra de alma cuando sus conductas son consideradas inapropiadas, de mal gusto, demasiado calientes, sexuales, primitivas y no civilizadas. Al desaparecer los indicadores externos del color de piel, los signos que vienen a juzgar cualquier actitud sospechosa o amenazante se reconoce como “de negro”. Podría decirse que la relación que el argentino tiene con la raza es una fantasía esquizo-paranoide.

Un documento elocuente de lo dicho es esta imagen que encontré en el Archivo General de la Nación, Departamento Documentos Fotográficos, sección “Afro-argentinos” que sintomáticamente cuenta con material casi nulo.

Se trata de una imagen institucional de 1891 que supuestamente retrata a la Sociedad de los Negros Congo, salvo que la imagen carece de personas de raza negra. Son no negros maquillados como si lo fueran para un puesta en escena de un grupo de simuladores. Además de ser paradójicamente la imagen de una invisivilización, son muchas las lecturas que pueden hacerse de la misma y una podría ser que aquellas corporeidades negras no eran dignas de ser eternizadas en una fotografía.