Se designa “mula” a aquellas personas, verdaderos correos humanos, que transportan importantes cantidades de cocaína en el estómago a través de la ingesta de cápsulas o en sobre sus cuerpos o equipajes.

Podríamos pensar históricamente que las formas de explotación, producción y comercialización que caracterizan a las economías de extracción y de transición, desde épocas de la colonia hasta nuestros días, han sido comunes a las regiones de America Latina. La dinámica de las actividades coloniales, estuvo estrechamente vinculada al comercio exterior, al aprovechamiento de los recursos naturales y a la organización en gran escala del saqueo. La historia de los mercados de América Latina y sus economías de ciclo corto, ha tenido que ver con la demanda externa de productos. La cría de mulas en Córdoba y posterior invernada en Salta , destinadas a las minas del Potosí, fue una de las pocas actividades desarrolladas entre el S XVI y la primera mitad del XVIII que gozaron de alguna prosperidad. Las mulas eran el elemento imprescindible e insustituible en el desarrollo del comercio, el transporte y la vida social del siglo XVII. El signifiacante “mula”, ancestral animal de carga, fuente de energía insuperable, desde la Antiguedad, por sus virtudes biológicas excepcionales (frugalidad, resistencia, longevidad, mansedumbre, inteligencia, etc.) ha sido también símbolo de necedad, incapacidad e ignorancia.

Las variadas mulas parecen velar consciente o inconscientemente los extremos de la cadena: la produccion, el consumo y la población incorporada a esta nueva industria y sobre todo, a los aspectos que tienen que ver con las ganancias y el destino de los alto beneficios del negocio. La cocaína es actualmente el primer producto masivo de exportación que se desarrolla en zonas periféricas externas entorno a centros que aparecen como las grandes mecas de la prosperidad. En este proyecto intento pensar a la “mula” como “imagen dialéctica”, definida por Benjamin como: “Conjunción fulgurante entre el pasado y el presente del que surge una ̈constelación ̈. No se trata de un proceso, sino de una imagen; “hay un salto, una censura en el transcurrir del tiempo”. Poner en concordancia sincrónica el pasado a través de la lectura del presente y su dimensión entonces política implicaría sustituir la idea de tiempo objetivo y lineal por la experiencia subjetiva de un tiempo cualitativo.

Las rutas de las mulas del siglo XVI hasta el XVIII, desde Córdoba destinadas a la explotación y exportación de los metales preciosos superpuestas a las nuevas rutas de las mulas humanas del S XX y XXI con destino nuevamente a los paises del norte, así las postas o parajes coloniales son sustituidos por los aeropuertos.

Entiendo la yuxtaposición de imágenes desvinculas aparentemente en el tiempo como nudos que se atan sin jerarquías a niveles heterogéneos y que utilizo para documentar las intensas asimetrías socio-económicas y culturales imperantes en la realidad latinoamericana.